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lunes, 16 de junio de 2014

Arena en el corazón


El corazón es un músculo que nos estrangula para bombearnos vida

Noto arena en el corazón, la noto correr, la siento arañar ese preciado músculo que enrollado como una toalla empapada en mi sangre me mantiene vivo. Noto esa arena, como un millar de cristales que gritan.

Dos años de terapia, una ciudad de veinte años de creación devastada a mis espaldas. Un lugar de bruma que me cuesta a veces distinguir como mío, un lugar del que he querido huir con mi alma en los brazos. Un lugar al que regreso cada vez menos, y cuando lo hago, no me gusta lo que veo.
Y ahora, noto arena en mi corazón y algo me dice que tengo que ponerme a escribir de nuevo. Y yo que soy el hombre sin miedos tengo miedo a eso, temo escribir, temo despertar algo con lo que no pueda. Se pararon los bolígrafos, dejé de teclear, de pronto, mi inconstante y nunca lograda forma de escribir desapareció, mutilada, extinta. Está surgiendo de entre las cenizas o es sólo su último aliento de vida? Porque en parte no quiero escribir, no quiero tener el deseo ni la pasión de escribir. A diferencia de antes, cuando vivía en esa ciudad, ahora la vida si me parece bastante complicada y difícil, extraña, solitaria a veces (con esa soledad entre otros, esa soledad total de Cernuda).
Sólo me quedan de la escritura pequeños restos, los maletines que flotaron tras el naufragio. Como esa frase que encerró igual que el ámbar un sentimiento, un instante, un soplo de vida. Mi tiempo, mi más puro yo, mi vida, encerrada en esa frase, sólo ese instante. Puede alguien reconocerme en ella? Es sólo una ilusión escribir para eso?
 
Desde que vivo los días como este Robinson anárquico, sentado en la playa, esperando lo que la marea pueda traerme, mostrando a cada paso mi mejor sonrisa y mi más sincera amabilidad, parece, para mi sorpresa, como si la vida me tratara bien, hay en todo más paz, mejor luz, se está mejor. Para qué escribir entonces? Qué sentido tiene, una vez entregado al puro devenir?
Tal vez lo más atractivo que encierra la escritura está en el pacto que esta hace con el tiempo. De diferentes formas, la literatura adapta el tiempo y la vida dentro de él a nuestra medida, haciéndonos esta no más comprensible, pero sí al menos más cercana, más fácil de aprehender en alguna medida.
Yo, como todos, vivo en un pacto con el tiempo. O eso creo. Y como el tiempo es un tirano que hace y deshace a su antojo, por qué no escribir y ponerle los cuernos? Por qué no abrir el fondo del escenario y tener más perspectiva? O mejor aún: por qué no traicionar al tiempo abriendo una brecha dentro de sí mismo para que germine, aunque sea sólo encerrado en el ámbar de las palabras, un tiempo secreto y detenido que contenga memoria, sentimiento, vida y sentido?

No sé, tal vez, como tantos dijeron, escribir no es para algunos más que una enfermedad del corazón, un enfermizo deseo del alma y una sesera seca de tantos libros. Tal vez esto es sólo arena en el corazón, que entre los recodos de las venas cuando la sangre la abandona, se seca y escribe frases sin demasiado sentido.
Así que atrapar el tiempo, guardar los sabores de la vida; o simple y genuinamente, un deseo puro de belleza, de sentir la belleza del mundo, por qué no escribir en el sí?
Y cuando pasen las horas vivas, la corriente de sal por la espalda, el rayo frío del agua en la ducha o esos segundos eternos al despertar entre las arrugadas sábanas, siempre podrás contenerte, suspirar, y vivir. Por qué, para que escribir en el no?

       Después de todo, vivir es reinventarse a cada paso, o a cada caída. I kill myself today, for second life replay, que dice la canción, de otra forma y en otra historia, que es la misma.